Cuanto más volátiles sean sus mercados, más sentido tiene que su organización adopte el método Scrum de gestión ágil de proyectos, originado en Japón.
El método Scrum, que proviene del desarrollo de software, acepta que el proceso de desarrollo es imprevisible. Los desarrolladores o pequeños equipos de desarrollo trabajan juntos de forma autoorganizada para perseguir un objetivo determinado de forma ágil. Los cambios en las condiciones marco se incorporan continuamente al trabajo de los equipos mediante un proceso repetitivo e incremental que es transparente para todos. Scrum utiliza principalmente el principio de retroalimentación. La intensa interacción entre desarrolladores y equipos de desarrollo utiliza el conocimiento implícito y la intuición de los implicados. Esto hace que el trabajo del proyecto sea mucho más rico y fundamentado que si sólo se comunican hechos y cifras. Con Scrum, sólo hay unas pocas reglas. La responsabilidad de los resultados recae en los expertos altamente cualificados, y los resultados surgen de un intenso intercambio comunicativo.
Con Scrum, el siguiente paso de desarrollo, el llamado «sprint», se planifica y se ejecuta, y los resultados de los sprints se discuten con todos. Los resultados influyen en el siguiente sprint. La planificación a largo plazo es «arrastrada» por el camino. Esta es una diferencia decisiva con respecto a la gestión de proyectos convencional, en la que cada paso se planifica y ejecuta según una planificación a largo plazo.
En la práctica, se encuentran formas híbridas de gestión de proyectos, que contienen elementos clásicos y ágiles en diferentes proporciones.