La mayoría de los proyectos se desarrollan en entornos con una complejidad y volatilidad manejables. En estos entornos, resulta adecuado un enfoque híbrido de los proyectos. En cualquier caso, no hay que renunciar a la cultura de la retroalimentación y no hay que «ceñirse» demasiado a un plan de proyecto una vez creado. Muchas cosas sólo se conocen o son visibles durante la aplicación. Sería una negligencia desvanecer luego esas nuevas percepciones o reprochar a alguien que las comunica durante la fase de ejecución que no las haya introducido ya en la fase de planificación. Al contrario, debe acoger y valorar esa información. También es una cuestión de actitud cultural.
Ejemplo: Si por lo general los proyectos son procesados por los alemanes de acuerdo con un plan de proyecto, los holandeses trabajan de forma más ágil por naturaleza. Durante la aplicación, las cosas que ya se han decidido se cuestionan de nuevo en ocasiones. Esto irrita a los participantes alemanes en el proyecto, pero la calidad de los resultados del mismo aumenta gracias a este enfoque iterativo.