Una buena cultura de la comunicación, en la que el tratamiento pacífico de las diferentes opiniones es ya una constante, puede evitar que estallen los conflictos. Esto incluye normas de comunicación claras y vinculantes que antepongan los intereses fácticos a los personales, un enfoque abierto y constructivo de las diferentes opiniones y la justificación comprensible de las decisiones.
La voluntad de aprender es también un requisito importante. Los impulsos de terceros pueden cuestionar la propia posición sobre un tema, pero pueden promover el propio desarrollo. Aprender unos de otros hace que organizaciones enteras sean más capaces de desarrollarse y más sólidas. Esto funciona mejor cuando el ambiente de trabajo es agradable y con sentido del humor.